¿Robots? No, gracias

Si medimos la importancia que se le da a las diferentes materias dentro de nuestro sistema educativo, sin duda la mía está entre las privilegiadas. Lengua y mates son las estrellas indiscutibles, tanto, que ahora han pensado aumentarnos las horas, o al menos eso proclaman los que supuestamente se preocupan por el sistema educativo, mientras se dedican a rematar lo que ya se encontraba enfermo.

¿De dónde pretenden sacar esas horas de más para las asignaturas estrella? ¿No sería una buena opción sacar la religión de la escuela? Poco hay que pensar para ver que no tiene sentido impartirla siendo este un país laico en el que conviven en las aulas alumnos de diferentes religiones junto a otros, que también existen y nunca se citan, ateos. No tiene lógica ninguna que los alumnos que no quieren cursar religión tengan que reservar en su horario periodos lectivos para, en el peor de los casos, perder el tiempo o con suerte, verse inmersos en un plan de refuerzo que, aunque tenga buenas intenciones, no es más que un relleno. Para mí, sería la decisión más razonable, pero no, la religión no se toca. Unos no tuvieron nunca el valor de hacerlo y a otros ni se les pasa por la cabeza. Mejor opción es, piensan, eliminar horas de esas materias englobadas en lo que se denomina Educación Artística. 

No es una decisión baladí ni mucho menos desinteresada. La educación es un arma poderosa y si hasta ahora nuestro sistema educativo estaba preparado para fabricar ciudadanos alejados de cualquier tentativa de análisis, reflexión y espíritu crítico, con el tijeretazo a la Educación Artística, se intenta establecer una fábrica de robots. Eliminar el arte de la escuela es sencillamente un proceso de alienación por parte de los que nos gobiernan. 

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Por las condiciones que me han rodeado estos tres años de docencia no he tenido que sumergirme de forma oficial en la parte artística de mi asignatura, pero lo he intentando. He insistido en que mis alumnos trabajasen la creación literaria, la imaginación, la creatividad y he podido observar cómo aun siendo tan jóvenes, el sistema educativo les ha cercenado su capacidad de invención. Por lo que escucho y leo a otros colegas, la literatura tiene cada vez menor presencia y la que tiene se centra en absorber contenidos de forma memorística para luego vomitarlos en un examen, sin dejar espacio a la reflexión ni a la crítica, mucho menos aún a la creatividad y el disfrute. Por economía lingüística decimos ser profes de lengua, pero ante la situación actual, creo que deberíamos recalcar siempre que somos profes de lengua y literatura. Nosotros también somos de Artísticas. Mientras tengamos horas, podremos luchar por la literatura en nuestras aulas, pero algunas manifestaciones del arte están realmente en peligro dentro de la escuela. ¿Qué hace todavía el cine fuera de las aulas? ¿Cómo se puede clasificar de asignaturas prescindibles a la música o las artes plásticas? 

Recuerdo que hubo una época en que la expresión "persona humana" me hacía gracia por lo que tenía de pleonasmo, pero tristemente caminamos hacia un mundo en el que quizá deje de ser innecesario el adjetivo. No somos personas si nos convertimos en autómatas. Y el ser humano necesita el arte. Necesitamos sentir emoción escuchando música, vértigo con unos versos, pasión a través de la danza, sensaciones con la pintura... Y muchos alumnos no lo encontrarán en su vida si no es la escuela la que se lo muestre. 

Yo no quiero un mundo de robots y menos aún preparados para seguir alimentando un sistema que nos ha llevado a este punto en el que estamos ahora. Y sin los compañeros de enseñanzas artísticas, sin el arte en el sistema educativo, corremos peligrosamente hacia un destino descorazonador. 

Si quieres saber más sobre este asunto y sobre todo, colaborar en defensa de las enseñanzas artísticas, dedícale un tiempo a toda la información del blog + Artísticas o síguelos en Twitter @masartisticas . Merece la pena. Tienen mucho que decir.