domingo, 21 de noviembre de 2010
Mi pisito en Internet
Me estoy mudando a Internet. No sabía que al inscribirme en esa cooperativa de la que tan bien me habían hablado, Blogosfera, me iban a regalar un piso, pero así ha sido. Aún no me creo tener tanta suerte. No me instalaré del todo porque me gustan mis otras parcelas, pero me siento bien estando también aquí. Por lo que he visto, me gusta este lugar.
No es solo que me haya salido gratis y tenga todo tipo de comodidades (vistas a la carta, hilo musical, acceso a todo tipo de información...) es que además la convivencia en comunidad es excepcional. Se puede charlar con mucha gente sobre temas variados, se cuentan chistes (lingüísticos, muchos) o se hacen recomendaciones de lecturas, música o webs. Si se detecta algún fallo de construcción o alguien tiene problemas en su piso, el resto intenta ayudarle lo mejor que puede y nunca duda en regalarle sus herramientas. Todos parecen haber adquirido su parcela para lo mismo que yo: compartir, pasar un buen rato, aprender de los demás; simplemente convivir en este espacio del que disponemos gracias a Internet.
El pisito tiene otra gran ventaja: muchos profesores se están viniendo a vivir por aquí lo que hace que, aun sin decorar, me parezca todo un pisazo porque los vecinos blogfesores al habitar sus casas en Internet, se convierten en alumnos, ansiosos por aprender cosas. La vida aquí es apasionante, productiva, divertida, humana, enriquecedora...
La comunidad ofrece a cualquier hora del día cursos de formación de todo tipo.
Puedo formarme en cuantas materias desee y optar por las que más me seducen, haciendo uso del tiempo como mejor me parece ya que los recursos siempre están disponibles. Además el servicio de resolución de dudas que ofrece la plataforma vecinal ofrece siempre una respuesta rápida y eficaz.
Aún así, una mudanza es cansada y a veces se me hace cuesta arriba, pero siempre me animo porque tengo claro que quiero tener este rinconcito para mí, dentro de este edificio infinito que es Internet.
Sí, porque aquí aprendo a ser mejor maestra. Los blogfesores comparten lo que van aprendiendo en su rinconcito en la red y también en sus aulas. Abren las puertas de sus centros, dejan sus ideas para inspirar a los demás, se ayudan en las dificultades, regalan sus actividades y algunos comparten experiencias, suman sus espacios y permiten que sus alumnos se conozcan y trabajen juntos.
Con un clima así, corresponder a los demás te sale de forma natural y todo el mundo colabora en lo que puede. En ésta, nuestra comunidad (ya no podía evitar el influjo televisivo por más tiempo) cuando uno quiere aislarse, ningún vecino molesta, pero a la vez, siempre puedes sentir que no estás sola, que todos estamos aquí para aprender de todos y que lo mío, mucho mejor si es nuestro. Más que tener vecinos, sientes que son compañeros de viaje.
Es bonito encontrar compañeros que quieran vivir también en este mundo que nos ofrece esta megaconstrucción llamada Internet. Un nuevo mundo que está aquí y es imparable. No sé si el boom de esta construcción traerá consecuencias tan negativas como las que ha dejado el cemento porque, entre otras cosas, nunca habíamos contado con esta posibilidad de vivir a través de la red, así que nadie sabe como acabará. Pero lo que está claro es que es una realidad.
Por eso, ahora que estoy feliz por haber dado el salto y buscar mi rinconcito, me cuesta entender a todos los que de alguna manera no comprenden mi decisión y en ocasiones incluso me hacen sentir como una rarita asocial, adicta al ordenador. Muchos afirman que se trata de una moda que a algunos nos ha conquistado; otros, que en estas comunidades de vecinos las relaciones son tremendamente impersonales (aunque nunca han venido o solo se acercan para hacer visitas de médico) Otros que no les interesa o simplemente les da pereza acercarse hasta aquí.
Yo les animaría a que probaran. Cada uno puede decidir los metros cuadrados de su parcela, cómo la quiere adornar, cuánto tiempo pasará en ella, qué relación quiere tener con sus vecinos y cuánto cariño y dedicación desea entregar a su nuevo espacio.
Nuestros hijos y alumnos o habitan ya su parcela o pronto lo harán. Se las arreglarán mejor que nosotros con la mudanza, tendrán más facilidad para la decoración y muchas menos averías, probablemente. Pero también correrán el peligro de no saber manejarse con la gente, contactar con vecinos no deseables, confundir la información, ser incapaces de valorar y asimilar lo que encuentren al compartir tantas cosas con la comunidad. Por eso, los adultos no podemos estar fuera de ese edificio en el que ellos van a vivir.
Aunque al principio el acceso pueda parecer complicado, sin ser un as de la informática, te puedes apañar bastante bien. Supone un cambio, así que cuesta un poco, pero si queremos comprender a las generaciones que están por venir, tendremos que entender su mundo, haciéndolo también nuestro. Si ellos habitan el edificio campando como Pedro por su casa es porque lo conocen desde que nacieron y no necesitan adaptación. Muchos de nosotros no llegaremos a conocer nunca ciertas partes de la construcción, pero movernos por ella y tener nuestro pequeño rincón, todos podemos.
Si mis alumnos, hijos, sobrinos y la gente que me va a rodear va a pasar parte de su vida en este edificio, yo también quiero tener mi lugar en él. Lo tengo claro.
Publicado por
Inés Andrés
en
2:50
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Pues te doy la razón. Yo era una nula con el ordenador, no me quedó más remedio que aprender porque trabajaba en un economato y el ordenador era indispensable. Después seguí en casa con el facebook y porfin me animé ha crear mi propio pisito. También tengo hijas y es verdad, no debemos dejar que nos separe el abismo generacional internáutico.
ResponderEliminarCreo que los que sigan acomodándose en la postura de no integración de las TIC en sus vidas, muy pronto se sentirán marginados en una parcela esencial de nuestra sociedad. Alojarse en la red, en la medida que se quiera, es imprescindible si queremos estar en el mundo del futuro (que ya es hoy)
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