Despacito y buena letra

El pasado 27 de octubre, los compañeros de Tres Tizas me cedieron la palabra en su blog y allí conté las sensaciones de mis primeros días de curso. Dudas, certezas, alegrías y desvelos, que me acompañan en este primer curso en el que pretendo modificar mi manera de dar clase. Al escribirlo y sobre todo, al leer los comentarios de diferentes compañeros, he comprendido que estaba cometiendo algunos errores y me ha ayudado muchísimo a reflexionar sobre aspectos que entiendo son importantísimos en mi tarea diaria. Pero esa reflexión la dejo para otro momento.

El trimestre avanza de forma tan vertiginosa que hoy aquello me parece lejano y aunque continúe con sensaciones parecidas, algo ha cambiado de forma notable. En el centro me encuentro totalmente integrada, tanto con compañeras de departamento como con otros profesores. La próxima semana comienza la Hora Kuentalibros en la biblioteca, en la que me encargaré de grabar a todos aquellos alumnos del centro que decidan participar en el proyecto. Me consta que varios profesores ni se planteaban colaborar, pues enfrentarse a tener que grabar, subir un archivo y enviarlo por mail, les parecía una tarea inalcanzable. Al ser yo la responsable de ese trabajo, la situación cambia por completo y parece que serán varios los que se animen. La biblioteca necesita cobrar vida y el propio centro también, así que yo encantada con ocupar una de mis horas libres de esta manera.

Por otro lado, las clases cada día van fluyendo de una manera más natural. La compañera de compensatoria entra al aula para que trabajemos juntas con todo el grupo, dos horas a la semana. Me gusta mucho su forma de trabajar, de entender la docencia y de tratar a los chavales. Hemos conectado a la perfección y nos hemos propuesto iniciar a los en el trabajo cooperativo. Los alumnos ya están organizados y aunque aún se encuentran algo despistados con estas profes que les juntan para trabajar y les presentan "cosas de ordenadores", como ellos dicen, es muy patente que están contentos con lo que les proponemos
.

No quiere esto decir que todo esté siendo un camino de rosas, ni muchísimo menos. Ni me planteo las horas que trabajo al día, la cantidad de reuniones y charlas que tengo con padres sin ser tutora, las clases que por motivos desconocidos no funcionan todo lo bien que hubiese esperado, las clases en las que sé que no lo he hecho bien, los recreos invertidos en menesteres varios con mi compi de compensatoria, ni siquiera las horas que le robo al sueño. No me lo planteo porque me siento feliz. Aun con todas las dificultades, los momentos de frustración, las dudas aún sin resolver y los problemas que vamos encontrándonos, siento que estamos empezando a desenvolvernos.

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Veo que he cambiado al plural y es un síntoma claro de lo contenta que estoy por trabajar con ella, en equipo. Hoy, planteando el trabajo para la próxima semana y descubriendo nuevas formas de enfocarlo, métodos de "simple maestrilla" como ella dice, pero que yo tanto aprecio, pensaba lo que ganaríamos en secundaria si nos impregnásemos un poco de esa forma de trabajar que tienen en primaria o en infantil. 

Nos toca sintaxis, así que repasaremos las categorías gramaticales con un bingo que ella tiene preparado, también jugaremos al Scattergories, construirán sintagmas agrupando fichas... Jugaremos, todo lo que podamos. He recordado la entrada de Carmen González (@flosflorum) con la que tan de acuerdo estoy. ¿Por qué tantos profesores asumen que aprender y divertirse deben ir por separado? Con este panorama no me extraña, pero sí me entristece, el diálogo que mantuve el otro día con una alumna: 

-"Profe, así las clases son, por decirlo de alguna manera, divertidas"

- ¿Por qué añades "por decirlo de alguna manera", ¿es que no pueden serlo? 

- Profe, ¡que son clases! (ojos casi fuera de sus órbitas)

Algo falla seriamente en la escuela si diversión y aprendizaje se sitúan como enemigos en la mente de alumnos y de muchos profesores.

Volviendo a nuestros pequeños avances, tengo que decir que aunque he tenido muchos momentos de duda, en líneas generales estoy bastante contenta con el trabajo de mis chavales. Hay un número reducido de alumnos para los que el verbo trabajar simplemente no existe y dificultan bastante el ritmo del aula, pero al menos, logro que no molesten, cosa que, según dicen otros compañeros, es ya un logro. En la única sesión en la que de momento hemos trabajado por grupos, todos ellos colaboraron de forma más o menos activa, así que al menos, la esperanza, la tenemos intacta.

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La gran mayoría de los chicos está respondiendo bien. Aún les cuesta enseñar sus trabajos por lo que no me han permitido publicar varios que a mí sí me hubiese gustado mostrar (Mi primera vez y El estudio de mi Nombre, ambos tomados de Lourdes Domenech, textos expositivos y argumentativos o pequeñas estrofas) Otros aún están en el horno (presentaciones sobre el origen del español, carteles sobre las lenguas de España) y algunos en plena elaboración, como es el caso de nuestra primera aportación al proyecto Todo en la Palabra

Cuando Bego Roldán planteó el proyecto en pleno verano me pareció una idea fantástica y aunque me parecía un tema complicado decidí centrarme en el humor, para acercarles la poesía de una forma divertida. A lo largo de estas semanas hemos leído diferentes poemas en clase que nos han ido metiendo en el tema y además nos han servido para trabajar aspectos sobre la métrica: la disputa entre griegos y romanos del Libro de Buen Amor, La Leyenda Medieval de Pérez Zúñiga, las Tres Cosas que a Baltasar de Álcazar le tienen preso de amores el corazón y varios poemas satíricos que no han tenido tanto éxito y por eso no los detallo. Además, como herramienta de inspiración para ellos, escuchamos versiones de canciones, como esta de los Petersellers o visionamos vídeos de Les Luthiers (a varios les apasionan las artes marciales) o este de Crispín d´Olot, de quien ya he hablado en este blog y que de nuevo volvió a meterse a mis alumnos en el bolsillo.

Aún siguen embarcados en la labor recolectora y creadora mientras vamos grabando algunos vídeos y seleccionando imágenes y los editores esperan para poder comenzar con su trabajo, pero mientras tanto, los del grupo A, escribieron todos juntos un acróstico de presentación. Fue una decisión improvisada, en una de esas sesiones en las que todo fluye sin que sepas el motivo. Apenas tuve que ayudarles, pues ellos aportaron suficientes ideas como para que el poema surgiese, simplemente les guié en algún momento de estancamiento. Este fue el resultado:

Todos en clase estamos
Ordenados alfabéticamente
De la A a la Z vamos
Ordenados lógicamente.

En un proyecto participamos
No dejamos de usar la mente
Las neuronas bien ejercitamos
Aunque no lo hagamos habitualmente.

Por este poema empezamos
A enseñaros nuestros trabajos
Los versos practicamos
Avanzamos de arriba a abajo
Burgoblog nos llamamos
Rápidos cual escarabajos
Acrósticos os regalamos.

Por otro lado, dentro de ese proceso de acercamiento a los versos y el humor, entregué a los dos grupos la letra de la canción Villatripas, que Javier Krahe interpreta en el álbum de La Mandrágora, pero eliminando toda la segunda parte. Su labor fue imaginar cómo se resolvía la historia, continuando con el esquema métrico de la canción. Esta vez fue el grupo B el que mejor funcionó y al día siguiente todos los alumnos, excepto los tres que se niegan a trabajar, tenían sus canciones preparadas. Aquí os las dejo. Tienen sus errores, pero yo me lo pasé genial leyéndolas y estoy orgullosa de cómo trabajaron.

¿Villatripas de Arriba, su Venus Afrodita y luego, qué?

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Y en eso estamos. Yo, aprendiendo a organizarme para que ellos tengan muy claros los pasos que deben seguir y los objetivos que se les piden. Ellos, acostumbrándose a trabajar de otra forma. Nosotras, intentando que trabajen de forma cooperativa. Todos buscando avanzar, despacito pero con buena letra.