Ya me he despedido de mis alumnos, en tres días tenemos la reunión de evaluación, entrega de notas y esto se acabó. Si un curso completo se pasa volando, el de este año, que comenzó para nosotros en enero, ha sido visto y no visto. Como siempre, ha habido alegrías y tristezas, ilusiones y decepciones, buenos y malos momentos, que conforman una experiencia única e irrepetible: un curso entero, tus alumnos y tú compartiendo una etapa de la vida.
A diferencia del curso pasado en el que me estrené en la docencia acudiendo cada día feliz al aula, este curso ha sido menos satisfactorio para mí, por una sencilla razón: formar a unos alumnos para una prueba concreta que, por otra parte, se plantea de manera cuestionable, no es educar. En todo momento me he sentido limitada por la presencia de ese temido examen y sobre todo, condicionada a actuar de una forma muy restringida.
La sombra más oscura: el objetivo final, superar la prueba
Ha sido muy complicado establecer prioridades a la hora de impartir las clases. Según la Junta de Castilla y León, en cinco meses se les debe preparar para un examen que es un calco de la P.A.U., en el que se incluye, en teoría aunque en realidad muchos años no se ha hecho, una pregunta de literatura (todos los contenidos programados en la ESO y el Bachillerato), un comentario crítico de un texto, análisis morfológico de palabras y por supuesto, análisis sintáctico de oraciones subordinadas.
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La mayoría de los alumnos desconocen por completo autores, géneros y corrientes literarias; no comprenden los textos ni saben redactar; no distinguen las categorías gramaticales y carecen de nociones básicas de análisis sintáctico. Han terminado la ESO hace años y en los ciclos de grado medio no han trabajado nada relacionado con esta asignatura, con lo cual, exigirles un nivel similar al que se les pide a los alumnos de Bachillerato, es un disparate. En otras comunidades, los contenidos se adaptan más a su nivel, en ocasiones de manera exagerada y mientras en Castilla y León se examinan de Lengua, Matemáticas e Inglés, en otras comunidades, la segunda lengua no se tiene en cuenta.
Por estos motivos, todos nuestros alumnos han viajado a otras comunidades, preferentemente al País Vasco. Algunos ya saben que están aprobados en Madrid e incluso en Galicia, donde hay prueba de lengua gallega pero las tres partes se realizan con un examen tipo test.
Aparte de la dificultad de transmitirles tantos y tan complicados contenidos, esta situación ha tenido una clara consecuencia. Una vez que los alumnos realizaron el examen en Bilbao, la asistencia a las clases bajó de forma considerable, pasando de unos veinticinco alumnos en clase a tan solo ocho o diez. Al final de curso, únicamente se han examinado conmigo seis alumnas, de las cuales, dos no van a hacer el examen en esta comunidad.
Una sombra que aún hoy no me explico:
En abril visitó nuestro instituto el académico de la lengua, Salvador Gutiérrez Ordoñez. Por la mañana, durante dos horas tuvo un encuentro con los alumnos de Bachillerato. En la primera sesión, realizó un comentario sobre el maravilloso poema Entonces de Ángel González, de una forma clara y muy interesante para los profesores que allí nos encontrábamos y supongo que para muchos de los alumnos que vieron en ello una ayuda para preparar la P.A.U. Pero mi sensación fue que muchos otros alumnos se aburrieron escuchándole y mucho me temo, no sacaron ningún beneficio de su exposición.
La segunda parte se reservó para que los alumnos le hiciesen preguntas acerca del funcionamiento de la R.A.E. En teoría, habían preparado el encuentro con sus profesores en los días previos pero lo cierto es que apenas tres o cuatro alumnos plantearon preguntas al académico, siendo los profesores los que más preguntaron. De nuevo sentí que el encuentro interesaba más a estos que a los alumnos. Aunque Salvador agradeció al terminar la actitud del alumnado, confesando que en otros institutos había sentido que los chavales le escuchaban con menos atención, a mí me pareció que el murmullo generalizado y los aplausos anticipados, demostraron que en general, los chavales se estaban aburriendo soberanamente.
La segunda parte se reservó para que los alumnos le hiciesen preguntas acerca del funcionamiento de la R.A.E. En teoría, habían preparado el encuentro con sus profesores en los días previos pero lo cierto es que apenas tres o cuatro alumnos plantearon preguntas al académico, siendo los profesores los que más preguntaron. De nuevo sentí que el encuentro interesaba más a estos que a los alumnos. Aunque Salvador agradeció al terminar la actitud del alumnado, confesando que en otros institutos había sentido que los chavales le escuchaban con menos atención, a mí me pareció que el murmullo generalizado y los aplausos anticipados, demostraron que en general, los chavales se estaban aburriendo soberanamente.
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Asistí a la primera hora, en la que Salvador fue argumentando los cambios introducidos en la Ortografía de forma clara y convincente y después subí a dar mi clase. En realidad y como, creo yo, era fácil de esperar tratándose de una charla de un filólogo, el salón de actos estaba medio vacío y aunque pensé en bajar con ellos a pesar de lo que me habían dicho, decidí no hacerlo por no molestar, entrando a mitad de conferencia con veinte alumnos.
Transmití a mis alumnos lo que el académico nos había contado a lo largo de la mañana y en la hora previa a nuestra clase y su atención fue absoluta lo que me apenó aun más, viendo cómo unos chavales se habían perdido la oportunidad de escuchar a Salvador Gutiérrez por motivos que aún hoy no entiendo, conformándose con una mera transmisión de sus palabras. Una verdadera pena, pues aunque el tema en principio no les interesase demasiado, vi claramente que en el fondo, como dijo Salvador, la ortografía es algo mucho más íntimo de lo que creemos, algo muy nuestro y que sí nos interesa a todos. Además, escuchar a alguien con tanto carisma y personalidad, expresándose con esa corrección y educación, estoy segura de que a mis alumnos les hubiese aportado mucho más que una de mis clases.
Las luces que más iluminan: los alumnos
El año pasado la relación que tuve con mis alumnos fue absolutamente fantástica y aún hoy nos mantenemos en contacto. Nos queremos, así de sencillo. Este año, ha sido muy diferente pero también satisfactorio. Sentir que los alumnos te aprecian, lo pasan bien contigo en las clases y van aprendiendo contigo y tú con ellos, creo que es una de las cosas más hermosas de la enseñanza. Además me ha gustado mucho ver cómo entre ellos se han hecho amigos, de hecho este fin de semana se han marchado a una casa rural. Me llevo muchos momentos bonitos que recordaré siempre, pero entre todos guardaré como un tesoro el momento en el que dos de mis alumnos me dijeron que he sido para ellos "la mejor profe de lengua que han tenido en su vida", "en serio, profe, he aprendido más contigo en cinco meses que en todos los años de la ESO" Estas palabras, para una recién llegada a la docencia, son el mejor estímulo que se puede recibir.
Además, me llevo haber conocido a algunas personas excelentes a las que siempre tendré un cariño especial. Como es el caso de Sheyla una alumna de esas que ha abandonado el curso hace más o menos un mes porque no va a examinarse en Castilla y León, pero el último día vino a clase solo para despedirse de mí y me regañó por no actualizar más a menudo mis Lengüetrazos (me dejó alucinada). Ya nos despedimos y hablamos el otro día, pero si sigue leyéndome, quiero decirle desde aquí que ha sido un auténtico placer tenerla como alumna. Pero hay más, Bea T y Bea S, Silvino, Mónica, Andrea, Ángel, Saúl, Noelia, Marta, Estela, Lorena..., en realidad todos y cada uno de ellos. Un placer chicos, haberos conocido y haber compartido estos meses con vosotros.
Una luz recién encendida que, seguro, irá cobrando fuerza en mi labor docente: el trabajo colaborativo
Me hubiese gustado muchísimo participar en el proyecto Callejarios, impulsado desde los blogs A pie de aula, Bloggeando, Repaso de lengua y Tres Tizas, pero no ha sido posible. De todas formas no puedo considerarlo una sombra pues al menos he aportado mi granito de arena colaborando con varias fotos del callejero burgalés al álbum del proyecto. Aquí os las dejo para que formen parte también de este blog. Recorrer las calles de Burgos durante varios días, a pie, en coche y en bici, acompañada de mi pareja que iba haciendo de fotógrafo, fue una experiencia preciosa para los dos en la que aprendimos algunas cosas sobre la literatura burgalesa que desconocíamos y muchas más sobre nuestra ciudad.
Además, mis alumnos han colaborado en el proyecto de escritura colaborativa ideado por Silvia Gonźalez Goñi y sus chicos del IES Sierra de Leyre en Sangüesa (Navarra). Para trabajar la narración, escribimos el capítulo siete de la historia de Superletrón, una experiencia que nos divirtió y les gustó compartir con otros alumnos aunque fuesen mucho más pequeños que ellos.
También colaboraron en el proyecto Purpos/edES, dando su visión acerca de la educación, lo que recogí en este blog en tres entradas distintas.
La luz de conocer a otros docentes
En estos meses me he iniciado en Twitter y gracias a ello estoy conociendo una nueva manera de vivir la docencia y en general, todo lo demás. Allí me enteré de la celebración de la XII Jornada del Consejo Escolar de Navarra, en donde tuve el placer de escuchar a Jordi Adell (@jordi_a) y aprender con las actividades que Silvia González (@silviagongo) trabaja en su aula. Me quedé a comer con compañeros tuiteros a los que me encantó conocer y con los que, por motivos familiares, no pude compartir más que esa comida. A pesar del poco tiempo, fue un placer conocer a @Juancarikt, @similiki, @alaznez, @NicolasaQM, @allthose, @aomatos, @soylabe, @ainhoaeus, @lavirto y @mertxejbadiola. Me hubiese gustado escribir sobre ello en los días posteriores pero no logro ser constante con el mantenimiento del blog y es una pena, porque luego las cosas se dispersan en mi memoria. Por suerte Silvia sí lo hizo así que puedo enlazar su post con el que disfrutaréis de la presentación de su taller: LiBlogs literarios.
Estas han sido, a grandes rasgos, las luces y sombras de este curso que termina. Ahora, esperando con ganas el siguiente, deseando tener trabajo y si es posible con alumnos de ESO o Bachillerato que me acompañen todo el curso completo. Cruzaremos los dedos para el reparto de vacantes.
Además, mis alumnos han colaborado en el proyecto de escritura colaborativa ideado por Silvia Gonźalez Goñi y sus chicos del IES Sierra de Leyre en Sangüesa (Navarra). Para trabajar la narración, escribimos el capítulo siete de la historia de Superletrón, una experiencia que nos divirtió y les gustó compartir con otros alumnos aunque fuesen mucho más pequeños que ellos.
También colaboraron en el proyecto Purpos/edES, dando su visión acerca de la educación, lo que recogí en este blog en tres entradas distintas.
La luz de conocer a otros docentes
En estos meses me he iniciado en Twitter y gracias a ello estoy conociendo una nueva manera de vivir la docencia y en general, todo lo demás. Allí me enteré de la celebración de la XII Jornada del Consejo Escolar de Navarra, en donde tuve el placer de escuchar a Jordi Adell (@jordi_a) y aprender con las actividades que Silvia González (@silviagongo) trabaja en su aula. Me quedé a comer con compañeros tuiteros a los que me encantó conocer y con los que, por motivos familiares, no pude compartir más que esa comida. A pesar del poco tiempo, fue un placer conocer a @Juancarikt, @similiki, @alaznez, @NicolasaQM, @allthose, @aomatos, @soylabe, @ainhoaeus, @lavirto y @mertxejbadiola. Me hubiese gustado escribir sobre ello en los días posteriores pero no logro ser constante con el mantenimiento del blog y es una pena, porque luego las cosas se dispersan en mi memoria. Por suerte Silvia sí lo hizo así que puedo enlazar su post con el que disfrutaréis de la presentación de su taller: LiBlogs literarios.
Estas han sido, a grandes rasgos, las luces y sombras de este curso que termina. Ahora, esperando con ganas el siguiente, deseando tener trabajo y si es posible con alumnos de ESO o Bachillerato que me acompañen todo el curso completo. Cruzaremos los dedos para el reparto de vacantes.
Creo que a pesar de las sombras sabrás quedarte con lo mejor de este curso y coger fuerzas para el siguiente :)
ResponderEliminarComo siempre, es un placer leerte (aunque os lea aún con un poco de envidia -sana- y no comente casi nunca jeje).
@senyomiryam
Me ha encantado tu resumen del curso. Estoy segura de que todo lo que has aprendido este año te ayudará a enfocar el próximo curso... a proyectar luz sobre las sombras, que no han sido tantas, y sobre todo, que no las proyectabas tú.
ResponderEliminarCreo que tenemos mucha suerte de que personas con tu sensibilidad trabajen para educar y formar jóvenes.
Y leyéndote, tengo aún más ganas de empezar ese camino yo también.
Un abrazo, Inés, y nos vemos pronto :)
Muy emotivo tu resumen del año. En realidad, todas las sombras se iluminan cuando tus propios alumnos reconocen tu trabajo, como te ha pasado a ti. En mi caso, cada vez que termino un curso escolar siento la sensación de no haberlo hecho bien, de no haber sacado todo el potencial a los chicos, de no haberles motivado...
ResponderEliminarBueno, espero que podamos seguir contándonos sinsabores y alegrías durante mucho tiempo.
Un abrazo, Inés.
Myriam, efectivamente, las sombras apenas oscurecen cuando todo termina. El placer es mío por tener a gente como tú pendiente de lo que escribo. Estoy segura de que muy pronto leeremos tus experiencias como profe. Un beso.
ResponderEliminarNicolasa, encantada de verte por mi casa. Efectivamente, todo lo vivido, sea luz o sombra, nos sirve para crecer. Cada curso es una nueva etapa de aprendizaje única para alumnos y docentes y hay que aprovecharla.
Muchas gracias por tus palabras, viniendo de ti, son todo un halago. Estoy segura de que pronto estarás inmersa (aún más) en este mundo y sobre todo, de que serás una excelente docente.
Nos vemos en nada. Un abrazo.
Alberto, a pesar de que algunos alumnos me hayan "echado flores" yo también tengo la sensación de que podía haberlo hecho mejor y que tengo muchas cosas que cambiar para llegar a ser una buena docente. Pero creo que eso es algo intrínseco a la labor del profesor que se preocupa por mejorar y aprender cada día.
Por lo que yo he visto en tu blog, sí les motivas y les enseñas; mucho y bien.
En cuanto a lo de mantenernos en contacto, no tengas duda. Por lo menos por mi parte, los amigos-compañeros que estoy haciendo en la blogosfera son amigos-compañeros de verdad y eso vale mucho.
Un abrazo fuerte.
Saber ver las sombras y aprender de ellas nos ilumina incluso más que las propias luces. Hacen falta profesores tan humanos como tú, Inés, de esos que saben escuchar a los alumnos, que empatizan con ellos y que además disfrutan de su profesión. Da gusto leerte.
ResponderEliminarGracias, Silvia, por tu visita y tus dulces palabras. Muchas veces dudo de mis capacidades para saberles transmitir conocimiento, pero en lo que respecta a escucharles y atenderles, me siento más segura de lo que hago. Y en algo tienes toda la razón: disfruto muchísimo con este trabajo. Como nos pasa a muchos. Como te pasa a ti.
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